Cliche tras cliche, que si el ser papa te cambia la vida, para cada papa su hijo es el mejor del mundo, que con los hijos se acabo el dormir de corrido... y las preguntas que nunca cesan... ¿ya gatea?, ¿ya tiene dientes?, ¿para cuando el hermanito?
Hoy no quiero pensar en nada, solo quiero encerrarme en mi y disfrutarlo, buscar entre mis adentros y revisar el contenido de mi corazón y mi alma (lugares que tenía un poco abandonados), quiero cerrar mis oídos y sólo escucharme, quiero sonreir sin tener que dar explicaciones, quiero darme cuenta que me siento lleno, pleno, feliz y enamorado de un amor nuevo, diferente al que descubres cuando reconoces esos primeros revoltijos en el estómago, ese sudorcito por hablarle a esa niña en 5to de primaria, cuando cerrabas los ojos y nos había nada más que la caricia de mamá en tu cama, esa intensidad cuando descubres que tu pareja es tu cómplice y engrana perfectamente entre tus brazos, esos minutos de alegría cuando ves a tus niños que cuidaste una semana sonreirte y agradecerte su felicidad de ese momento, cuando volteas a tu alrededor y te encuentras en ese lugar que durante muchos años soñaste llegar; es una amor diferente, que al igual que los anteriores, no se pueden explicar pero te mueres por gritarlo, por demostrarlo, por presumirlo, por compartirlo.
El proceso como papá es particular, se alimenta del convivio diario, no nace en los meses de gestación, este se va creando en la participación diaria fuera del útero, en las ganas de compartir tu vida y ser maestro, en hacerlo reír y explorar su paciencia, en aprender a observar y descubrir que existe una conexión a través de las miradas, que te analiza para luego sonreírte y entregarse. El ser padre te reta, te desafía y te confronta con tus miedos, tus pasados y tus frustraciones pero eso mismo te motiva a continuar, a hacer algo más, a servir de ejemplo y esperar más de uno mismo. El vivir la experiencia sin expectativas te permite ser más libre y el respetar el mundo de quien está aprendiendo todo: es increíble. El aprender a observar es una herramienta que te ayuda a ir un paso adelante y al mismo tiempo dejarte sorprender, no hay recetas pero el ser papa es paciencia, es aprender a caminar de la mano de aquella que aprieta fuerte tu dedo sin apresurarlo y muchas veces protegerlo de quienes quieren hacerlo correr, paciencia para aprender a escuchar y dejarlo cantar, platicarte, reclamarte o simplemente gritar; paciencia para apoyar a quien da la vida por él en todo momento, a quien antepone sus necesidades sobre las de ella misma, a quien te enseña a amar y construir; paciencia para adaptarte, para sacrificarte, para transformarte.
La experiencia es intensa y particular en donde no caben soluciones fáciles ni simples guías o estudios especializados; la vida no debe ser guiada, debe de ser vivida y eso sólo se entiende si se vive feliz y enamorado.
2 comentarios:
gracias, gracias, gracias..por esto me case contigo.sigue compartiendote. te adjalamud!!
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